Este año el calor nos acompañó desde los primeros momentos del encuentro, así que pudimos disfrutar de una noche bajo las estrellas en el exterior del local donde nos reunimos habitualmente. Las conversaciones daban vida de nuevo a esas innumerables experiencias que se viven abordo mientras uno disfruta de sus vacaciones, rodeado de naturaleza y buena compañía.
Los manjares compartidos simplemente deliciosos, variedad en todos los aspectos. Disfrutamos de una larga mesa repleta de generosidad acabada de salir de la cocina. Tortillas, arroces, empanadas, super sepia, salsiki, frutos secos, ensaladas, longanizas, trenzas, pasteles, puding… Fuimos la envidia de los más prestigiosos restaurantes durante una noche.
Salir a navegar al día siguiente se está convirtiendo ya en una tradición arraigada. A media mañana izamos las velas para disfrutar de una navegación acompañados por un sol resplandeciente y calor veraniego. Como no podíamos jugar a piratas y corsarios nos las ingeniamos para organizar una mini regata. Nunca va mal un poco de aliciente para despertar una tripulación medio dormida. De premio una paella para 25! Y luego paseíto hasta la escultura de Pesifae, la mamá del MinoTauro.