Relato del viaje a Córcega y Cerdeña 2015
Por Nathalie Cañizares
Robinsones al viento. Así nos veo, el día que zarpamos rumbo a Córcega. Ocho Robinsones en estado de júbilo, prestos a cruzar golfos y estrechos, con Pablo, por suerte, al mando de la situación. Porque lo nuestro fue imparable de principio a fin. Siempre andábamos ocupados en algo. Un turno de guardia, una virada a estribor, el aperitivo o los atunes del “Capi”, la Biodramina o la cadena del ancla. No había tarea que nos amilanase. Ni aún con zarandeos ni escoras ni mareos de thriller. Lo nuestro era pura vocación de equipo. Por eso, al anochecer, ya fondeados bajo las estrellas, cuando tronaban los rones y los txirrisklas, y sonaba Miles Davis en la radio, nos parecía que algo imborrable estaba ocurriendo. Algo así como la “tripu” de Pablo. Y el Rebelde, nuestra isla.